Skip to main content

por Elvio Baldinelli

A fines del mes de julio tuvo lugar en la ciudad argentina de Córdoba una reunión en la que participaron varios jefes de estado de América Latina: los cuatro del Mercosur, los de Bolivia, Chile, Cuba y Venezuela así como el canciller de México. El tema central del encuentro fue el proceso de integración económica de los países de la región, siendo los aspectos más importantes el ingreso de Venezuela como miembro pleno del Mercosur y un acuerdo comercial con Cuba.

Durante los primeros años del funcionamiento del Mercosur prevaleció entre funcionarios, economistas y empresarios el convencimiento de que el mercado común se iría perfeccionado. La consecuencia fue un fuerte aumento del comercio, pero luego en los gobiernos se instaló la equivocada idea de que se podía combinar estos resultados positivos con un creciente desconocimiento de los compromisos contraídos. Así fue que en vez de someter cada violación al Tratado al juicio de los paneles previstos para solucionar las controversias se aceptó postergar indefinidamente su solución. También, como lo demuestran las estadísticas, junto con el olvido de lo pactado llegó el escepticismo entre los empresarios sobre la firmeza de los propósitos de los gobiernos y, con ello, cayeron las inversiones y los intercambios comerciales.

Las generalizadas violaciones de los compromisos asumidos en el Tratado de Asunción se expresaron en hechos tan graves como el mantenimiento de las restricciones cuantitativas al comercio; la no armonización de las normas técnicas, sanitarias, fitosanitarias y de inversiones; las reiteradas perforaciones al Arancel Externo Común; el mantenimiento del draw back, de la admisión temporaria y de las normas de origen; la no supresión de la doble imposición sobre bienes importados desde terceras naciones; la vigencia entre los países miembros del otorgamiento de estímulos fiscales y financieros a las exportaciones así como de otras que sería largo detallar.

Cuando un país resuelve formar parte de una zona de libre comercio o de una unión aduanera es conciente de que algunos sectores y empresas de su economía sufrirán la competencia de productos importados desde los países asociados que ingresarán sin pagar aranceles, pero de todos modos el acuerdo se firma porque se estima que serán mayores los beneficios que se obtendrán en otros sectores. Estas son las circunstancias que justifican concretar este tipo de acuerdos pues no son de “suma cero”, o sea que las ganancias de cada socio superarán los sacrificios y que todos los países miembros resultarán beneficiados.

El problema en América Latina está en que una vez alcanzado un acuerdo cada país recoge los beneficios, pero retacea en todo lo posible conceder ventajas que signifiquen sacrificios, aun violando los derechos de sus socios. Conductas como estas llevan a una sucesión de crisis que, finalmente, determinan el fracaso del acuerdo. Esto fue lo que sucedió en la ALALC, el Grupo Andino, la ALADI y lo que ahora acontece con el Mercosur.
Las estadísticas de comercio exterior confirman esta evolución ya que en el año 1990, el anterior a la puesta en marcha del Mercosur, las exportaciones habidas entre los cuatro países que lo forman significaron el 9% de las totales, siendo prueba de lo exitoso del proceso de integración el hecho de que para el año 1997 esa proporción había subido al 25%. Sin embargo el abandono de las disciplinas acordadas hizo que el porcentaje se redujera en el año 2005 a solo el 13%.

Los cuatro gobiernos no dejan de insistir en su vocación asociativa y con frecuencia aprueban medidas para evitar el colapso, pero como estas no atacan las causas de la decadencia no consiguen revertirla. Son algunas de ellas la creación de un Tribunal de alzada para la solución de controversias, la de ampliar las funciones de un Parlamento Mercosur; la de adoptar una moneda común; la de armonizar las políticas macroeconómicas, proyectos todos muy ambiciosos pero, o son de imposible cumplimiento o no hacen al fondo del problema.

El ingreso de Venezuela al Mercosur también se inserta en este tipo de huidas hacia delante, pues si bien la economía de este país es importantes su ingreso disminuirá aún más el respeto a las normas del Tratado.

El principal motivo está en que las importaciones de Venezuela no solo dependen de los aranceles sino que, como las empresas compradoras además deben obtener del Banco Central venezolano las divisas necesarias para realizar los pagos, se está frente a un sistema ajeno a una economía de mercado. Si los países del Mercosur aceptan el mantenimiento de esta norma Venezuela contará con un instrumento para limitar las importaciones mas eficaz que las “salvaguardias” que la Argentina ha logrado en un acuerdo bilateral con el Brasil, también violatorio de la letra y el espíritu del Tratado.

El acuerdo comercial del Mercosur con Cuba tiene un sentido más político que económico, pues si bien se aumenta hasta 2.700 el número de productos que ingresarán a ese país sin pagar aranceles, su sistema económico está mucho más lejos de una economía de mercado que el de Venezuela, motivo por el que la efectividad de lo acordado dependerá siempre de la voluntad del gobierno de la isla.

Cuando en el año 1957 seis países formaron la Comunidad Económica Europea, modelo en el que inicialmente se inspiró el Mercosur, para su constitución se aprobó un Tratado que contenía políticas y normas que sus miembros debían seguir. El Reino Unido, que se contaba entre los países fundadores, no estuvo de acuerdo con que en el esquema existieran materias para las cuales los gobiernos delegaban soberanía en la Comisión administradora, lo que dio lugar a que quedara fuera de la Comunidad. Mucho después, en el año 1973, volvió sobre sus pasos aceptando las políticas y normas y concretó su ingreso. Hoy día son 25 los países que forman la Unión Europea y todos los nuevos entrantes han tenido que modificar, como un paso previo a su ingreso, muchas de sus leyes para adaptarlas a las vigentes en la UE.

Como se ha dicho más arriba los países que forman el Mercosur han respetado poco lo establecido en el Tratado, motivo por el cual carecen de autoridad para exigir a Venezuela su cumplimiento, motivo por el que puede decirse que de la reunión de Córdoba no ha salido sino un problema más para el buen funcionamiento del proceso de integración.

 

Elvio Baldinelli

Ex Secretario de Estado de Comercio Exterior. Actualmente Vice Presidente de la Cámara de Exportadores de la República Argentina.

 

Comments are closed.